Trabajo en el Tirol: Un equipo de Wacker GmbH transporta cargas voluminosas a más 2.000 metros de altura.
Trabajo milimétrico.
Alexander Pfänder mira hacia la montaña: «Ciertamente, es un trabajo sin igual». Se refiere a la gigantesca cubeta de un volquete de cuba para la minería que debe ascender por las sinuosas carreteras. Se trata de la última tarea de transporte de un encargo para el que la empresa Wacker GmbH de Filderstadt ha estado llevando cubetas y chasis desde Bremerhaven hasta el Tirol del Sur durante los últimos meses. Una vez arriba, a 2.000 metros, se unen el chasis y la cubeta.
Más tarde, por la noche, el convoy hará su última parada intermedia antes de subir la montaña en el aparcamiento del valle, donde ahora se encuentra Pfänder. Ahora, a mitad de semana, está vacío. El área de descanso, una mezcla de gasolinera antigua y restaurante de comida rápida, recuerda a un diner americano. Un deteriorado vehículo clásico decora el lugar: probablemente su último trabajo. Se trata de un popular punto de encuentro para motociclistas.
«Obviamente, al camión se le exige mucho. Aquí necesitamos un camión extremadamente robusto.»
Seis horas después: las luces del convoy tiñen de naranja el aparcamiento. El conductor Tobias Helbing vuelve a comprobar su carga. Los 200 kilómetros recorridos no han sido tan complicados. Los vehículos acompañantes se han encargado de que hubiera suficiente espacio alrededor del tren con remolque. «Ahí tenemos dos carriles para nosotros, la autopista no es para nada el problema», dice Helbing. Pero ahora, se necesitan unos nervios de acero.
En los 19 kilómetros hasta el destino, hay tramos con un desnivel de hasta el 16 por ciento, además de travesías y caminos sinuosos: el viaje lo tiene todo. «Es imprescindible que todos estemos muy concentrados, sobre todo al conducir, como es lógico», dice el organizador Pfänder, que ahora está sentado en uno de los vehículos acompañantes. «Obviamente, al camión se le exige mucho. Aquí necesitamos un camión extremadamente robusto».
2000
metros de altura debe ascender el convoy para llegar a su destino. Ningún problema para el Arocs 2663. El equipo y la máquina tienen mucho por hacer.
Curvas estrechas, travesías angostas.
El Arocs realiza la primera curva todavía a velocidad de marcha. En la segunda, va más lento. Es un placer escuchar cómo trabaja el OM 473, la potencia de 460 kW no es silenciosa. En la pantalla de Helbing se ilumina el símbolo del turboembrague retardador. Este se va a utilizar con todavía más frecuencia en los próximos 40 minutos. El tren con remolque se arrastra por la curva a la izquierda en modo de maniobra. La empinada pared al borde de la carretera está ahora tan cerca, que ocupa toda la vista desde la cabina. El volante está girado casi por completo. Uno de los compañeros de las furgonetas le indica por radio cuánto espacio queda hasta la pared por detrás a la derecha. Por delante, solo quedan unos centímetros … Helbing sonríe: «Cabe. La última vez también lo conseguimos». Como si siempre fuera tan fácil.
Árboles, letreros, muros de piedra.
El trabajo realizado por el equipo con cada transporte debe ser milimétrico. La cubeta mide casi seis metros de ancho, 18,50 metros de largo, 4,30 metros de alto y pesa 55 toneladas. Y siempre se suma algo. Condiciones meteorológicas, oscuridad, nuevos obstáculos … Hoy, al menos, el tiempo es bueno, ya es casi verano. Helbing: «Las primeras veces que vinimos hasta aquí arriba, fue más complicado. La nieve y el hielo no lo ponen más fácil. Incluso el viento puede afectar al trayecto, ya que la cubeta ofrece una gran superficie de ataque».
El convoy llega al siguiente lugar. Y atraviesa otro punto crítico, pues la ruta se vuelve a empinar. El tejado de una casa sobresale hasta la carretera. Otro trabajo de precisión y, otra vez, el vehículo avanza a velocidad de peatón. Justo después, al equipo le espera un recorrido de 400 metros lleno de árboles, letreros y muros de piedra.
El camión se detiene finalmente a la salida del pueblo. Retiran una valla para ganado temporalmente. Es demasiado alta, la carga permite 1,10 metros de altura hasta el suelo. Con un ancho de 5,90 metros, sobresale mucho de la calzada, que ahora es más estrecha.
Las sinuosas curvas ascienden kilómetro a kilómetro y, de cuando en cuando, vuelven a bajar de forma pronunciada. Helbing: «En esta situación también se utiliza el turboembrague retardador, el freno no lo necesito aquí».
Tras un intenso día de trabajo, el tren con remolque de siete ejes llega al aparcamiento donde se montará la cubeta sobre el chasis en los próximos días. Por la ventanilla abierta entra un viento fresco, aquí hace unos diez grados menos que abajo en el valle. En las laderas todavía hay nieve.
El desacoplamiento lo dejan para mañana. Alexander Pfänder da las gracias al equipo, están de buen humor pues la tarea ha salido a la perfección. Habla brevemente con Tobias Helbing sobre las semanas próximas. Le necesita a él y al Arocs en el norte de Alemania. Después se va al hotel. Dormirá bien.
Fotos: Mathias Aletsee
Vídeo: Martin Schneider‑Lau